Atacan, sin ningún pudor, nuestros derechos políticos fundamentales al imponer de facto Gobiernos que lleven a cabo sus políticas y tratan de acabar con el “estado de bienestar” conseguido en Europa.
No les gustan a esos poderes fácticos las condiciones laborales y sociales alcanzadas en Europa y no les gusta por su carácter igualitario, pero sobre todo no quieren que sirvan de espejo a los miles de millones de trabajadores y trabajadoras de los países emergentes: China, Brasil, India…etc., que más pronto que tarde van a comenzar a reivindicar mejoras en sus condiciones laborales y sociales.
Además algunas de conquistas conseguidas: Sanidad, Educación, Ayuda a la Dependencia y Pensiones Públicas, representan un jugoso e inmenso volumen de negocio y quieren meter sus sucias y avaras manos en ellas mediante su privatización. A la vez necesitan hacer desaparecer los logros conseguidos durante años por la clase trabajadora en cuanto a representación, negociación colectiva, etcétera.
Si el miedo o la apatía paralizan a la clase trabajadora, nuestros hijos vivirán igual o peor que nuestros abuelos en la larga posguerra. Pero lo más grave es que la situación puede degenerar aún más y lleguemos a situaciones que ahora consideramos impensables.
No lo digo yo. Hace meses lo advertía el premio Nobel Günter Grass en una amplia y enriquecedora conferencia dirigida a una asociación de periodistas alemanes y que fue publicada íntegramente en el País el pasado 24 de julio del 2011 http://www.elpais.com/articulo/reportajes/piedra/Sisifo/elpepusocdmg/20110724elpdmgrep_10/Tes
Es de recomendable lectura en su integridad, pero en aras de la brevedad resalto sólo uno de los párrafos que me parece esclarecedor y terrorífico; decía Günter Grass: “Una cosa me parece segura: si las democracias occidentales demuestran ser incapaces de hacer frente con reformas fundamentales a los peligros reales inminentes y a los previsibles, no podrán soportar lo que en los próximos años resultará ineludible: crisis que empollarán otras crisis, el aumento irrefrenable de la población mundial, los flujos de refugiados desencadenados por la falta de agua, el hambre y el empobrecimiento, y el cambio climático fabricado por el hombre. Sin embargo, una desintegración del orden democrático haría surgir -de lo que hay suficientes ejemplos- un vacío que podrían ocupar fuerzas cuya descripción rebasa nuestra imaginación, por mucho que seamos gatos escaldados y estemos marcados por las consecuencias todavía visibles del fascismo y el estalinismo”. (Sic)
No sé si estamos llegando a los albores de la situación límite, pero podría ocurrir que a unos y a otros se les escape la situación de las manos, y hagamos profeta al que sólo quiso ser atalayero.
Fdo. Josepe Odriozola
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