miércoles, 3 de octubre de 2012

El huevo y la gallina.




Días atrás nuestra consejera de Economía y Hacienda aseguraba que no había otro camino que el marcado por su gobierno para cumplir los objetivos irrenunciables de consolidación fiscal y añadía que la reducción del déficit público era la condición necesaria para el crecimiento.


La realidad, sin embargo, no da su brazo a torcer y muestra, descarnadamente, que cuanto mayores son los recortes en el gasto y la inversión pública en un escenario en el que el consumo y la inversión privada están desplomados, mayor es la contracción de la economía y mayor es el aumento del desempleo por lo que , paradójicamente, resulta más difícil contener el déficit pues los ingresos tributarios que dependen de la actividad económica caen cada vez más y, por el contrario, los gastos sociales no paran de crecer por el aumento del desempleo y de la pobreza.

¿Y qué fue de aquella milonga que aseguraba que la confianza de los mercados se restablecería con la llegada del PP al poder? Nunca el PP tuvo tanto poder en España y  nunca los mercados mostraron tanta desconfianza hacia nuestro país,  o al menos eso dicen la prima de riesgo y el diferencial con el bono alemán a 10 años. El mantra del ajuste y la consolidación fiscal no parece convencer a unos mercados que nos están exigiendo cada vez más sacrificios para conseguir financiarnos.

La todopoderosa Alemania de Merkel  ha conseguido en el primer semestre de 2012 un modesto superávit. Hacía 5 años que no lo lograban y en esta ocasión lo han conseguido no por los recortes en el gasto y la inversión pública, sino gracias al buen comportamiento de la Seguridad Social  consecuencia de una economía que crece y crea mucho empleo. De hecho el gobierno federal y los länder han cerrado el semestre con déficit.

Como es sobradamente conocido, el componente público de la deuda de España (por debajo del 80% del PIB) no es excesivamente alto si lo confrontamos con los países del entorno. Sin embargo, el alto nivel de endeudamiento de familias y empresas hace que la deuda española sea una de las más altas del mundo. En definitiva, si el sector privado no está para invertir y al sector público le frenamos su capacidad dinamizadora e inversora ¿Cómo saldremos de esta situación?  Y entretanto, ¿Cuánto nos habremos distanciado de los países centrales del euro? ¿Cuánto más pobres seremos? ¿Cuánto menos habremos invertido en investigación, en innovación o en educación? ¿Cuánto menos bienestar social tendremos?

El gobierno del PP, no pudiendo devaluar la moneda para así ganar competitividad, se ha embarcado al dictado de la derecha económica en una devaluación interna vía reducción de costes salariales, prestaciones sociales y salarios públicos. Mientras los empresarios alemanes, holandeses o suecos se afanan en incorporar la mejor y última tecnología a sus procesos productivos, en innovar permanentemente y en formar lo más adecuadamente a sus trabajadores y directivos, en España nuestros empresarios no se ven en la necesidad de seguir ese camino para poder competir porque el Gobierno se ha plegado a sus intereses cortoplacistas de ganar competitividad a costa de reducir costes salariales. Lo cierto es que el Gobierno no está preparando a España para competir en este mundo fuertemente interconectado y con más protagonistas que EEUU, Europa y Japón.  No se está preparando a nuestro país para especializar su economía en ámbitos donde podamos ser competitivos y que ofrezcan un valor añadido suficiente para seguir avanzando en bienestar social.

En cualquier caso, la pregunta que nos podemos hacer es ¿por qué un 3% de déficit y por qué en 2013? ¿Por qué hoy la regla se vuelve inflexible para algunos países y  no hace tanto Francia y Alemania incumplieron sin ninguna consecuencia los objetivos del pacto de estabilidad y crecimiento?
Claro que hay que corregir el déficit y reducir el endeudamiento, nadie dice lo contrario. Ahora bien, la Unión Europea y la zona euro, en especial, no pueden permitir el castigo y el acoso de los mercados a los países en dificultades como España y, además   de echar en falta una enérgica intervención del banco central europeo, también se echa de menos la falta de un programa ambicioso de estímulo al crecimiento y a la creación de empleo. No puede ser que Europa se cruce de brazos y al mismo tiempo esté maniatando a los gobiernos en su capacidad de intervenir en la economía. Es una locura porque otra vez la Unión Europea se acerca peligrosamente a la recesión, porque los países más afectados por la crisis de la deuda, de seguir en recesión difícilmente podrán hacer frente a sus obligaciones y, finalmente, porque está en serio peligro  la unión política, económica y monetaria que representa Europa.

Alguien dijo que los muertos no pagan las deudas. Lo inteligente es ayudar a España a crecer. Así sí podremos hacer frente a nuestros compromisos y obligaciones sin dejar de prepararnos para el futuro que ya está aquí.

FRANCISCO FERNÁNDEZ MAÑANES
Diputado regional del PSC-PSOE

TRIBUNA DE OPINIÓN PUBLICADA EN EL DIARIO MONTAÑÉS EL DÍA 2 DE OCTUBRE DE 2012

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